Los militares birmanos mantienen a 80 niños como rehenes, según la oposición

Bangkok | EFE.-

Militares birmanos mantienen como rehenes a 80 niños, todos menores de 12 años y algunos con menos de 5 años, durante un operativo en la región central de Sagaing, denunció este lunes el bando opositor Gobierno para la Unidad Nacional (NUG).

Conforme al relato del NUG, la junta militar que tomó el poder en Birmania hace un año inició el sábado ataques aéreos sobre la aldea de Chin Pone para a posteriori asaltar la población.

Los menores se encontraban en un recinto educativo durante el operativo y fueron trasladados por los profesores al sótano de un monasterio cercano para tomar refugio.

Los soldados encontraron al grupo de niños en el edificio religioso y los tomaron como rehenes.

Según el NUG, los niños permanecen todavía cautivos por los militares mientras estos amenazan con quemar todo el poblado si los habitantes no dejan de oponerse a la junta militar, que se hizo con el poder mediante un golpe de Estado el 1 de febrero de 2021.

«El NUG condena en los términos más fuertes que la junta mantenga como rehenes a niños, así como a sus padres y profesores», apunta en un comunicado el Ministerio para Temas de la Mujer, Juventud y Niños de la NUG, fiel a la depuesta líder Aung San Suu Kyi y perseguido por el régimen castrense.

El bando opositor recuerda que Birmania es signatario de la Convención de los Derechos de los Niños y se comprometió a respetarlos conforme a las leyes humanitarias internacionales.

«Su secuestro y toma de rehenes constituye una grave violación», subrayan.

El golpe de Estado ha sumido a Birmania en una profunda crisis política, económica y social en la que han muerto 1.582 personas por la represión de las autoridades, según activistas locales, y ha avivado y reabierto conflictos amados por todo el país.

El Ejército justifica el golpe por un presunto fraude durante las elecciones generales de noviembre de 2020, cuyo resultado ha sido anulado y en las que el partido de la depuesta líder Suu Kyi arrasó, como ya hizo en 2015, con el aval de observadores internacionales.

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