El continente americano tiene en la agricultura una de las principales soluciones para mitigar el cambio climático, indica estudio del IICA y el C-MASC

San José, (IICA).-

El estudio determinó que la región podría consolidarse como líder en el impulso de seguridad alimentaria y el avance hacia la sostenibilidad mediante buenas prácticas en el uso de los suelos.

Emplear las principales metodologías para medir las reservas de carbono del suelo y las emisiones de gases de efecto invernadero en el campo, el uso de la tierra y el secuestro potencial de carbono en el suelo al adoptar prácticas de manejo sostenible son clave en los esfuerzos para alcanzar la sostenibilidad.

Un estudio desarrollado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad Estatal de Ohio (C-MASC) titulado “Secuestro de carbono en el suelo mediante la adopción de prácticas de manejo sostenible: potencial y oportunidad para los países de las Américas”, proporciona una síntesis de conocimientos relacionados con el potencial de secuestro del carbono para los suelos de las Américas.

El trabajo fue desarrollado por un grupo de expertos liderados por Carlos Eduardo Cerri, de la Facultad de Agricultura “Luiz de Queiroz” de la Universidad de São Paulo (ESALQ/USP), Brasil, y Rattan Lal, Director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono (C-MASC) de la Universidad Estatal de Ohio.

El estudio tiene como objetivo orientar los nuevos protocolos enfocados a frenar la degradación de las tierras, así como promover la salud del suelo y el secuestro de carbono en el suelo en el continente americano.

El uso intensivo de los suelos para satisfacer la creciente demanda de alimentos, fibra y energía ha ocasionado pérdidas de carbono del suelo y, en consecuencia, aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Por esta razón, es vital contar con prácticas sostenibles de secuestro de carbono en el suelo y agendas políticas bien encaminadas que deben elevarse hasta los niveles regionales y nacionales para ayudar a mitigar el cambio climático y contribuir a la seguridad alimentaria.

Parte de los hallazgos principales del documento son las prácticas de manejo sostenible prometedoras que se podrían adoptar en las Américas, tales como la labranza cero, los cultivos de cobertura, las enmiendas orgánicas, la restauración de pasturas mediante sistemas silvopastoriles y de cultivo-ganado-bosque integrados; y restauración de bosques, entre otros.

Al adoptar únicamente dos prácticas de manejo sostenible a gran escala, recuperación de pasturas y labranza de conservación, la acumulación potencial de carbono en el suelo de los países de las Américas se incrementaría durante 20 años en cerca de 2,68 Pg C (equivalente a 9,8 PgCO2). Este volumen representa cerca de 7.9 % de las emisiones anuales totales mundiales netas antropogénicas de gases de efecto invernadero debidas a la agricultura y el 4.1% de las emisiones globales debidas a la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra. En términos financieros, el potencial de secuestro de carbono estimado en la publicación corresponde de cientos de miles de millones a más de un trillón de dólares estadounidenses que podrían beneficiar a los productores y países de la región.

De acuerdo con el estudio, pequeños cambios en las reservas de carbono pueden tener impactos considerablemente positivos en la atmósfera y el cambio climático. Existen estimados recientes que muestran que el carbono del suelo representa el 25% del potencial de soluciones basadas en la naturaleza, del cual el 40% consiste en proteger el carbono existente en el suelo y el 60% es para reconstruir las reservas agotadas, que sitúa a los sistemas agroalimentarios como un punto fundamental para el mantenimiento de la seguridad alimentaria y climática global.

Otro hallazgo sustantivo del estudio radica en que la región de las Américas tiene un gran potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático y al establecimiento de estrategias de adaptación. Se han mostrado múltiples opciones para las prácticas de manejo sostenible que se podrían adoptar en la región para secuestrar el carbono y contribuir a mitigar el cambio climático, producir alimentos y otros beneficios ambientales, tomando en cuenta las diferentes preferencias sociales y los contextos económicos.

Para alcanzar este potencial secuestro de carbono en el suelo, se necesita establecer agendas técnicas y políticas nacionales e internacionales bien orientadas para fomentar y subvencionar la implementación de medidas prácticas y aplicables sobre la salud de los suelos y el secuestro de carbono. Además, las directrices para monitorear, verificar e informar los resultados son fundamentales para evaluar la eficacia de dichas medidas.

El análisis es parte del programa Suelos Vivos de las Américas; lanzado en 2020 por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y el Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad Estatal de Ohio (C-MASC), liderado por el reconocido Premio Mundial de Alimentación (2020), Rattan Lal, junto a Manuel Otero, Director General del IICA.

Su coordinación estuvo a cargo del director de Cooperación Técnica del IICA, Federico Villarreal. Comparten la autoría del documento Mauricio Cherubin y Junior Damian, de la Universidad de São Paulo, y Francisco Mello, coordinador de la Secretaria Técnica de LiSAm, liderada por la Dirección de Cooperación Técnica del IICA.

El programa está conformado por una extensa red a la que pertenecen gobiernos, organizaciones internacionales, universidades, el sector privado y organizaciones de la sociedad civil que unirán esfuerzos para frenar la degradación de la tierra y, con ello, fomentar la salud del suelo y el secuestro de carbono, entre otros beneficios

Los gobiernos de Brasil, Canadá, Chile, Colombia, El Salvador, México, Perú y Uruguay, así como las empresas Bayer, Syngenta y PepsiCo, como mecanismos de cooperación técnica y asociación de productores; ya se han unido a esta coalición que enfrenta la degradación de un recurso fundamental para la salud y la vida.

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