A veintidós años del ataque terrorista a Las Torres Gemelas

Por: Elvis Gómez Mena | Editor de Opinión | cawtv.net.-

Hay fechas que marcan y definen el acontecer de nuestras naciones y de la civilización. El 11 de setiembre del 2001 es una de esas fechas que difícilmente podremos olvidar. A 22 años, no terminamos de sobreponernos al duro impacto que nos provocaron los salvajes atentados terroristas cometidos en Nueva York y Washington.

Múltiples son las inquietudes y temores que emanan del sitio donde estaban las Torres Gemelas del Word Trade Center, donde se establecían como símbolo del poder económico de Estados Unidos. En ese año la economía de ese país fue golpeada fuertemente.

Algunas de las consecuencias de esta tragedia afectaron a los nicaragüenses, en la Industria Turística. Pero, además, las economías del mundo, el derecho internacional y la tranquilidad que se vivía en todos los rincones colapsaron igual que las torres.

Lamentamos el drama humano que ahí se vivió. El dolor de miles de personas que inocentemente pagaron con su vida las consecuencias del terrorismo fanático y cobarde, que intentó -pero no logró- meter sus tentáculos en la libertad, la democracia y la justicia de naciones en donde las leyes humanas fueron creadas para la seguridad y el decoro de la vida.

Nuestra mente nunca olvidará las unidades de socorro y cuadrillas de voluntarios levantando los cientos de toneladas de escombros, que cubrían los restos de hombres y mujeres cuyo único pecado era trabajar por el bienestar de sus familias.

Aquel espectáculo fue dantesco: cientos de mujeres, hombres y niños corriendo despavoridos por media calle, para no ser alcanzados por fragmentos de las enormes edificaciones que encendieron como cajas de fósforos.

No podíamos creer lo que estaba ocurriendo en esa fecha. Mientras elaborábamos una edición especial para Enfoque de la Noticia, para dejar huella de aquella barbarie «diabólica», pensábamos que se trataba de un simulacro. Porque en una mente con razón, no cabía la idea de que seres humanos hubiesen estrellado aviones llenos de inocentes contra objetivos civiles.

El llanto y dolor de un pueblo que nunca había sufrido los embates criminales de los desquiciados terroristas, soportaba, como el que más, la acción de aquellos miserables.

Gracias a Dios, que ya se hizo justicia, porque Osama Bin Laden ya está muerto. Mientras tanto, grupos de fanáticos que siguen las crueles acciones de ese sanguinario no ha frenado sus ataques contra los inocentes, pero hay que actuar con precaución y prudencia ante este gran horror. Por eso nuestro deseo es que los ideales de libertad, democracia y justicia intrínsecamente asociados a Estados Unidos, mantengan su vigencia.

Hoy, a veintidós años después de aquella barbarie que horrorizó al mundo, anhelamos que la justicia y la solidaridad, que prevalecen en el espíritu de los estadounidenses, se conserven, pese al dolor que aun hasta hoy los embarga.

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