Con presencia de ministros de Guyana, Honduras y Uruguay, el IICA presenta documento sobre sistemas alimentarios que rechaza calificación de “fallidos” y enfatiza fortalezas productivas y necesidad de análisis equilibrados para ayudar en diseño de políticas

Manuel Otero, Director General del IICA; Eugenio Díaz-Bonilla, asesor del IICA e investigador visitante senior del programa IICA/IFPRI; Eduardo Trigo, economista agrícola y referencia mundial en temas de desarrollo agropecuario; Zulfikar Mustapha, ministro de Agricultura de Guyana; Fernando Mattos, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay; y Laura Suazo, Secretaria de Agricultura y Ganadería de Honduras.
San José, (IICA).-

Con la presencia de los ministros de Agricultura de Guyana, Honduras y Uruguay, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) presentó el documento “Acerca de los sistemas alimentarios ´fallidos´ y otras narrativas” con un llamado a reconocer las fortalezas productivas de un sector que ha incrementado de forma exponencial su capacidad de proveer alimentos a la humanidad a precios cada vez más asequibles en equilibrio con la naturaleza.

El trabajo tiene como coautores a los investigadores Eduardo Trigo, Eugenio Díaz-Bonilla y Rosario Campos y detalla momentos destacados de la historia de los sistemas alimentarios mundiales, enfatizando su fenomenal expansión en las décadas recientes, cuando la población mundial aumentó a cerca de 8.000 millones de personas en la actualidad desde unos 3.000 millones en 1960 y, en ese lapso, la producción se incrementó en una proporción aún mayor, ya que hoy existe un 30% más de calorías disponibles y casi 35% más de proteínas per cápita.

De acuerdo al estudio, esta expansión se alcanzó con un aumento en el uso de las tierras agrícolas mundiales de menos del 9% entre 1960 y 2021, y precios de los alimentos que, en términos reales, están un 14% por debajo de los niveles de las décadas de 1960 y 1970.

A pesar de ello, los niveles de hambre, aun persistentemente altos, las dificultades en el acceso a dietas saludables, el aumento de la obesidad, las elevadas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y las duras condiciones de vida de muchas de las personas que operan en distintas etapas de la producción y la industrialización han dado origen a una narrativa que sostiene que “los sistemas alimentarios son fallidos”.

Díaz-Bonilla, asesor del IICA e investigador visitante senior del programa IICA/IFPRI; y Trigo, economista agrícola y referencia mundial en temas de desarrollo agropecuario, subrayaron en la presentación que los análisis respecto al funcionamiento de los sistemas alimentarios deben ser abordados de forma equilibrada, poniendo en primer plano no apenas sus debilidades sino también sus fortalezas, de modo de obtener diagnósticos adecuados para diseñar políticas que corrijan aspectos negativos, potencien los beneficios existentes  e involucren a la mayor cantidad de actores en una transformación positiva que contribuya al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París.

“El documento apunta a profundizar sobre la realidad de los sistemas alimentarios para comprender mejor la lógica de su funcionamiento. Mucho se ha avanzado desde la década de 1960 cuando se pronosticaban hambrunas generalizadas hasta la actualidad en la que, no obstante que la población mundial y en las Américas se multiplicó por más de 2.5-2.6 veces, la oferta de calorías y proteínas per cápita a nivel mundial está actualmente entre un 30-34% más que hace seis décadas y en las Américas aún más”, dijo el Director General del IICA, Manuel Otero.

“Por estas y otras razones no creemos que los sistemas alimentarios estén rotos o sean fallidos o sustraigan valor porque tiene más costos que beneficios, como argumentan algunas narrativas, aunque obviamente son necesarias mejoras en una serie de dimensiones”, afirmó.

El ministro de Agricultura de Guyana, Zulfikar Mustapha, expresó que el documento “permite recalcar aspectos que van a contribuir a que tengamos las mejores estrategias y diseños para mejorar los sistemas alimentarios”, en momentos en que el país caribeño busca, junto a sus socios de la Comunidad del Caribe (Caricom), reducir drásticamente las importaciones de alimentos impulsando la producción y, también, disminuir el alto costo de las dietas saludables, modernizando su sector agroalimentario.

“Vivimos tiempos muy extremos. Somos una de las regiones del mundo más vulnerable a desastres, a eventos climáticos, y tenemos en ese marco que tener productos seguros y compensar a los agricultores por mitigar estos problemas. El documento contribuye a pensar en la agricultura del futuro, en las tendencias, no tenemos más la opción de seguir haciendo siempre lo mismo o tendremos más inseguridad alimentaria. Guyana aplaude los esfuerzos del IICA para poner en perspectiva la agricultura de las Américas enfrentando problemáticas como demandas de consumidores, estrategias productivas, nutrición y seguridad alimentaria”, indicó.

Por su parte, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, Fernando Mattos, también presidente de la Junta Interamericana de Agricultura (JIA) –máximo órgano de gobierno del IICA e integrado por 34 ministros-, ponderó que “el enfoque del documento es el adecuado”, remarcando las capacidades productivas de los sistemas alimentarios en las Américas y su fuerza para “cada vez producir más utilizando menos recursos naturales”.

“Los fallidos muchas veces vienen del funcionamiento de los mercados y el comercio, porque no habrá estabilidad política, democrática y social si no tenemos más liberalización del comercio”, indicó, lamentando “las crecientes trabas al comercio, cada vez mayores en el terreno ambiental y no basadas en ciencia”.

Laura Suazo, Secretaria de Agricultura y Ganadería de Honduras, agradeció al IICA “por traer estos temas tan importantes para la formulación y el diseño de políticas públicas” e indicó que “nuestro trabajo como tomadores de decisión es asegurar la producción para que haya incentivos y crear medios para fortalecer la vida rural y los medios de vida, o estaremos perpetuando sistemas sociales con malos patrones de consumo. El llamado es urgente. Estamos en Honduras trabajando con éxito en el combate a la desnutrición y la inseguridad alimentaria. Invito al IICA a crear más estrategias y soluciones para producir más, revisando consumo y distribución”.

La moderación del evento fue realizada por la periodista y escritora colombiana Claudia Palacios.

América Latina y el Caribe, una potencia productiva

El trabajo destaca que, ante ello, es necesario preguntarse si esta es la mejor manera de involucrar a los actores, particularmente a los agricultores, en los esfuerzos destinados a resolver los problemas y aumentar los beneficios actuales, de manera de avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las metas del Acuerdo de París.

“Un análisis basado en datos muestra que los sistemas alimentarios necesitan ajustes, pero los aspectos positivos deben fortalecerse y no interrumpirse, especialmente en el caso de las Américas, continente crucial para la seguridad alimentaria mundial. América Latina y el Caribe ha superado el crecimiento global en las últimas cinco a seis décadas y aumentó su participación en la producción agropecuaria y alimentaria total mundial desde el 10% en los años sesenta a alrededor del 13% en la actualidad. Desde la década de 2000, se convirtió también en la principal región exportadora neta de alimentos del mundo”, indica el trabajo del IICA.

Y agrega: “La región es clave, además, en el aspecto ambiental, ya que tiene seis de los diez países más ricos en biodiversidad y alberga buena parte de los recursos naturales del globo. Por ende, juega un papel central como sumidero de carbono en el ciclo planetario del agua y el oxígeno, en la preservación de la biodiversidad y en la mitigación y adaptación al cambio climático”.

Así, de acuerdo al estudio de Díaz-Bonilla y Trigo, cualquier aumento de la producción agropecuaria en la región tendrá que provenir de una mayor productividad basada en la ciencia y la tecnología, que no sólo puede reducir las emisiones actuales de GEI, sino también expandir la capacidad de la agricultura como sumidero de carbono.

De esta manera, prosiguen los autores, “la agricultura es el único sector que puede ayudar simultáneamente con la mitigación, la adaptación y la resiliencia, lo que la convierte en una parte considerable de la solución al cambio climático, como ya lo han demostrado los países de América Latina y el Caribe, pioneros en la adopción generalizada de la agricultura sin labranza y la ganadería sostenible”.

Por lo expuesto, concluye el trabajo, “sugerimos una narrativa y un enfoque más equilibrados, que no sólo pongan en primer plano las debilidades, sino que también subraye las fortalezas actuales. De esta manera, habrá más probabilidades de contar con un diagnóstico adecuado para diseñar políticas que corrijan los aspectos negativos, potencien los beneficios existentes e involucren a la mayor cantidad posible de actores en una transformación positiva que contribuya al cumplimiento de los ODS y el Acuerdo de París”.

Enlace para descarga: https://repositorio.iica.int/handle/11324/22073

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