Por Pascacio Taboada Cortina/ Jorge Martínez Cedillo | Ciudad de México.-
- Este uno de diciembre López Obrador convocó a miles de personas para exaltar su asunción a la Presidencia de México
- El gobierno tiene conocimiento de que la cuarta cepa del Coronavirus, llamada Ómicron, ya se encuentra en el Continente Americano
En los últimos días de noviembre, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha tomado decisiones de Gobierno que, en un “Estado de facto”, no serían sorpresivas, pero sí extrañas para una democracia en la que estuvieron empeñados muchos presidentes de este país, a partir de 1911, cuando el General José de la Cruz Porfirio Díaz Mori se vio en la necesidad de renunciar “por haber ejercido un poder omnímodo” por más de 30 años.
Todo gobierno tiene necesidad de realizar cambios en el cumplimiento de sus funciones, en un marco de respeto y cumplimiento de la Ley entre los Poderes de la Unión o cuando las circunstancias administrativas o políticas lo requieren o exigen. En México la forma de Gobierno que ha imperado está representada por una Constitución y a ella se ciñen los Tres Poderes de la Unión: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial.
Cuando alguno de estos poderes desea cambiar o modificar las Leyes plasmadas en la Constitución, en la búsqueda de mejores condiciones de vida de la sociedad mexicana, recurre al trabajo y las funciones de los legisladores, diputados y senadores, integrantes del Congreso de la Unión, donde se discuten y analizan todas y cada una de las iniciativas de Ley, ya sea que solamente se modifiquen o se emprendan nuevos ordenamientos jurídicos, a fin de que el país se desarrolle con normalidad.
El caso más reciente se refiere a la emisión de un Decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, como iniciativa del Presidente de la República, considerado por expertos y organizaciones de profesionales, procuradores de justicia, como ilegal, deficiente e imposible que proceda por tener la flagrante intención de violar el Estado de Derecho. En la tarea de si va o no va, la actuación del Congreso de la Unión será de vital importancia.
Resulta que se le ‘ocurrió’ al Presidente López Obrador dar vía libre a la construcción de toda clase de obras de infraestructura en el ámbito federal, y considerarlas de “seguridad nacional”, como sinónimo de intocables en su realización. Según señaló él mismo, que “no se trata de ocultar la transparencia” en el ejercicio de recursos fiscales, sino evitar que esas obras se retrasen debido a los amparos por deficiencias en licitaciones, en expropiaciones o cobertura de indemnizaciones. En estos propósitos, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tendrá una actividad muy importante.
Estas obras abren la posibilidad de pasar por encima de la propia Constitución, de leyes, reglamentos y otras disposiciones jurídicas, violando derechos de organizaciones sociales y particulares.
La importancia del acuerdo tomado por el propio Presidente de México, el 22 de noviembre pasado, “declara de interés público y seguridad nacional la realización de proyectos y obras a cargo del gobierno federal, asociados a infraestructura de los sectores de comunicaciones, telecomunicaciones, de aduanas, fronterizos, hidráulicos, hídricos, medioambientales, turísticos, sanitarios, vías férreas, ferrocarriles en todas sus modalidades, energéticos, de puertos, aeropuertos, y aquellos que, por su naturaleza, complejidad y magnitud, se consideren prioritarios y/o estratégicos para el desarrollo nacional”.
Otra acción que debe ser señalada como una disposición que demuestra el carácter autoritario del Presidente, se refiere al sorpresivo aviso de cambio en el puesto de gobernador del Banco de México, para entrar en funciones a partir de enero de 2022, confunde a la sociedad mexicana.
A mediados de julio del presente año, había anunciado que el prospecto para Gobernador del BdeM, sería el entonces secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera Gutiérrez, pero, sorpresivamente, a mitad de noviembre, “se arrepintió el presidente” y afirmó que, quien ocuparía ese puesto, sería la Subsecretaria de Egresos de la Secretaría de Hacienda, Victoria Rodríguez Ceja.
Una decisión que muchos expertos en asuntos de salud critican por la ligereza con la que el Presidente López Obrador convocó a decenas de miles de ciudadanos para concentrarse en el Zócalo de la Ciudad de México, este uno de diciembre, para exaltar su asunción a la Presidencia de México, de ninguna manera tenía relevancia, cuando más de 600 mil personas han muerto por efecto del Covid 19. 294 mil 428 según cifras oficiales y cerca de 4 millones de mexicanos han sido contagiados, sin contar con las caídas de la economía mexicana, del ingreso familiar, la cancelación de millones de empleos y que una cantidad por arriba de 11 millones de personas engrosaron la cadena de pobres en nuestro país.
Se sabe que en el mundo hay temor por la cuarta cepa del Coronavirus, llamada Ómicron, que ya se encuentra en el Continente Americano y que puede llegar a México en cualquier momento, dadas las comunicaciones intensas por las vías aéreas, terrestres y marítimas. Eso al Presidente López Obrador, no le interesa. Lo bailado, lo adulado y adorado por muchas personas, especialmente ignorantes y necesitadas de alguna dádiva, es lo más sublime e importante.